RENATA MARTÍNEZ



LOS OLVIDADOS &
EN EL HOYO
¿Cuál es la mejor manera para comprender un país? Comprendiendo su cultura.
¿Cuál es la mejor forma de explorar la cultura? A través del cine.
El trayecto cinematográfico de nuestro país ha tenido muchos altibajos que comenzaron con el pie derecho pero que se encaminaron a cumplir con los estándares de un cine comercial, digerible y americanizado. Sin embargo, los orígenes de lo que alguna vez fue el cine propiamente mexicano tienen un increíble potencial que permite recobrar la esperanza. Situémonos en la Ciudad de México, un día caluroso de 1950 que presenciaba todo tipo de clases sociales pero que, gracias a la perspectiva de Luis Buñuel, prestaba importante atención la clase más baja. Los olvidados elabora un recorrido visual de la ciudad a través de una pandilla de jóvenes irresponsables, sus padres y las autoridades. El inicio de la película anuncia que los hechos mostrados en pantalla no serán alejados de la realidad y, al ver el producto, uno llega a preguntarse si realmente se puede vivir de esa manera. La respuesta la encontramos 58 años más tarde, cuando Juan Carlos Rulfo nos muestra el mismo tipo de clase, desde otro ámbito pero con la misma decadencia de aquella época.
Buñuel elige contar las maldades de niños obligados a trabajar, privados de atención, aceptando injusticias y provocando revueltos. México es mostrado como un lugar de comercio y oficios, dónde muy pocos pueden tener oportunidades y aquellos suertudos son la envidia de los que menos tienen. Sus recursos audiovisuales transmiten un toque diferente,: tomas que rompen con el eje con un propósito implícito, cuadros superpuestos para contar el sueño de un niño desesperado, diálogos precisos para ilustrar tanto los problemas de los personas como los del resto de la comunidad. Tenemos la oportunidad de conocer un México antiguo, una ciudad rodeada de terracería, de construcción, de materiales económicos y de trabajo fatigante en todos lados. Admiro cualquier detalle que permita tener expresiones como: ¿cómo es que hicieron eso en los cincuentas? ¿cómo lograron ese efecto? O cualquier otra expresión que pasó por mi mente al ver un producto que nos posicionaba en un ámbito admirado.
Rulfo, por su parte, encontró la oportunidad perfecta en la construcción del segundo piso del periférico. Aquí es cuando estos 58 años parecen no haber pasado, pues a pesar del increíble aumento en el tamaño de la ciudad, las clases sociales se sienten casi de la misma manera. En otras palabras, los protagonistas de En el hoyo resultan tan olvidados como los del otro producto. Aunque la trama tenga considerables semejanzas, la resolución de efectos audiovisuales tiene un asombroso avance con logros como: tomas interminables e impresionantes con alguna especie de dron o helicóptero, creación de recursos auditivos con diálogos y sonidos ambientales, time lapse con movimiento de cámara y otros progresos. Literalmente, la ciudad es vista desde arriba por aquellos que están más abajo y las quejas de los entrevistados nos recuerdan a la misma situación que Buñuel mostraba en aquellos años.
Como bien se mencionó en un principio, si se quiere conocer la cultura de un país, véase su arte. Una vez explorado, encuentre aquel arte que no solo le muestre lo admirado, sino aquel que haga evidente las decadencias del pueblo. El cine nos permite ver nuestro desarrollo o la falta de este, crecemos en número, pero las grandes mentes se van quedando atrás, buscando salvaciones con cines americanizados o europeos, intentando copiar un estilo que no resulta único. Ambos productos me parecieron muy sencillos de ver, tal vez por el hecho de que el idioma no fue una limitante, a pesar de los modismos, pero también porque realmente me interesaba saber cómo es la perspectiva de los cineastas mexicanos. Creo que hay mucho potencial en México que se ha desaprovechado y que siempre es bueno volver a los orígenes para poder proyectar nuestra cultura a través de nuestro cine.