RENATA MARTÍNEZ


LA DOLCE VITA &
LA GRANDE BELLEZA
Festival de Cannes, 43 años de separación, Federico Fellini y Paolo Sorrentino, dos directores mostrando su obra al público, dos directores en búsqueda de representar su propia Roma, llena de placeres mundanos, excesos, mujeres, celebridades, todo reflejado en dos entregas: La dolce vita y La grande belleza. Aunque exista un periodo extenso entre los estrenos de ambas cintas, podemos encontrar una similitud entre los manejos de los temas: el personaje principal es un hombre que se abre paso entre la burocracia italiana. Mientras Marcello está en búsqueda del amor rodeado por la prensa romana, el cansado Jep intenta entender que ha hecho con el amor, que ha hecho con su fortuna pero más que nada, que ha hecho con su vida. Las dos entregas reflejan la época que se vive en su tiempo, ambas proyectan una clara crítica a la sociedad, desde una perspectiva adinerada y privilegiada. Aunque parezca que sus semejanzas radican en el tema, el manejo y producción de este, hace la diferencia y las posiciona como películas admiradas en su tiempo. Sinceramente aprecie La dolce vita como un clásico, una muestra un tanto americanizada de la Italia antigua, pero con una producción elegante y cuidadosa, poniendo especial atención en el manejo de las masas, de tomas generales con una gran carga emocional y el desarrollo de personajes que nos recuerdan al cine estadounidense de aquella época.
Por otra parte, La grande Belleza, me pareció un deleite artístico, con un cuidado extremoso y detallado de las tomas. Mientras la otra película me pareció un tanto más digerible para el público en general, esta entrega debe ser vista con la paciencia debida, creando coherencia donde parece que no la hay y entrelazando cada concepto que se presenta. Más que contar la historia de un viejo y rico escritor, este experimento es el conjunto de un trabajo de arte que involucra imágenes, música, historia, verdades crudas y la nueva y pervertida Roma. Su mayor fortaleza es que defiende el renacimiento del cine italiano, una nueva visión de narrar y producir, una forma totalmente diferente a lo que las personas de cultura occidental estamos acostumbradas. Considero que ambas cintas son de un peso considerable y debo admitir que fue difícil verlas pero en cada una de las películas encontré elementos valiosos que amplían mi perspectiva y el panorama cerrado del cine americano.